Es casi ley, los amores eternos, son los mas breves..
Quedas Solo Tú..
Ansiedad y litros de lluvia taladrando dudas y ganas.
Volvía a tener en sus manos su destino. Billete de primera. Sin norte ni sur.
Llegó a la húmeda ciudad sin avisar, una sorpresa y de las arriesgadas. Todo o nada.
Así era ella.
Poco equipaje y muchos nervios en el bolso, gris, grande y el único testigo de esta locura. Tan necesaria como deseada.
Sin más horizonte que su nombre, se lanzó a las aceras empapadas, dejando atrás papeleras llenas de paraguas rotos, el suyo sin ir más lejos.
Camino ligero, parada premeditada y tiempo para marcar su número. Arriesgando, sin datos ni certezas, con la duda como única seguridad.
3 intentos y lo consiguió. Su voz suena temblorosa, dubitativa al otro lado de la linea. Tuvieron un lapsus de ausencia. Los kilómetros que tanto dañan, pero ahora ella estaba allí, en su ciudad y esperándole.
Olvidando miedos, quedan una vez más , como hacia meses..
Timidez inicial con sabor a café y de fondo lluvia agitada.
Ella sacudió el abrigo verde con paciente letanía y se sentó murmurando:
-“estoy empapada, esta lluvia es mortal_”
_”ya me gustaría”- pensó él en silencio.
Divagar sobre la nada y el frío. Gestos para llamar la atención. El tiempo era el enemigo. Su tren volvía a salir en unas horas. Ella se acariciaba el pelo mirándole fijamente y él encendía el cigarrillo sin apartar la vista de la chica.
Risas y un _“esperame a que salga del trabajo”_ en voz alta restaban importancia a un “te esperaría siempre” callado y anestesiado.
Los minutos volaban y el viento traspasaba su ropa. Impaciente le reencuentra esta vez en la puerta de la catedral. Saben que no tienen mucho tiempo y el ansia sigue en aumento.
_”te llevo a la estación” – se ofreció generosamente él, al salir del restaurante.
_”a la estación de mi deseo”_vuelve a callarse ella
En el coche, frente al destino que les separaría se miran. Se entienden.
Susurros de besos en sus oidos. Comenzó a sentirse arrullada por sus sabias manos. Se dejó llevar.
Una suave humedad se esparcía en su interior y sus labios murmuraban ansia y fuego.
Sus ojos se clavaban en los de él, invitando, invadiendo y el fuego extendiéndose.
Imágenes de besos trepando por su cuello, descendiendo por sus piernas y tal vez descansando en su pecho.
Se sorprendió presa de su boca, su lengua adentrando en espacios reducidos. Descrubrió su hambre empujándola a llenarse con sus sabores.
A dejarse invadir.
Olvidaban donde estaban, en el interior de un viejo coche gris, frente a la estación. Como aliada la inagotable lluvia restando lucidez a cualquier mirada ajena.
Besos acortando inseguridades. Más lluvia. Y al final, derrotados en el cuerpo del otro, corazones desbocados, tratando de recobrar su identidad. De repente el mundo comenzó a materializarse poco a poco, al mismo ritmo
que sus respiraciones volvían a la calma.
El tren apunto de salir, solo faltaba ella..
(Lara)
"Solo las pasiones,
las grandes pasiones, pueden elevar el alma de las grandes cosas"
(diderot)
Un instante puede ser perfecto. Tal vez un solo instante puede dar sentido a TODO lo demás...
ResponderEliminar..porque los amores fugaces..son imperecederos...
ResponderEliminarSolo los cobardes se identifican como prudentes, tan solo del arrojo y la osadía se ganaron las grandes batallas, el factor sorpresa siempre puede convertirse en un arma de doble filo...pues en estos menesteres puede levantar un muro de metacrilato entre tu mirada y la suya.
ResponderEliminarPero la valentía tiene sus pequeñas recompensas, y en ocasiones, también las grandes.