Junto letras y digo tu nombre
que es como una oración.
Plegaria que pronuncio incluso antes de conocerte.
Presentimientos de miradas y sus ecos,
de caricias y sus huellas.
Mírame y no cierres los ojos nunca, que no se te escape ni un suspiro,
ni el menor grito ahogado que siempre esconde mil ganas de ti.
En este cuarto, a solas, Madrid nos observa desde el filo de una ventana
inquietando horizontes y sometiendo al viento.
Entras en mí como un suspiro enardecido
envolviendo mis sentidos,
imaginaria sipnasis de tu lengua con mi ombligo,
no dejas de mirarme,
no dejes de encontrarme.
Me obsesionan los sabores de tu piel
que me invitan desde la cercanía
alargando las vocales de tu nombre.
Hoy estás pero te tengo,
no llegaste y no te irás
ni de mí, ni de estos metros cuadrados que hoy también aprenden tu nombre.
Y lo recitan con tal placer que van derritiendo paredes ,
caen pedacitos de cemento por el suelo,
extasiando de este modo a las baldosas
que chorreando caricias y verbos esperan verte llegar otra vez…
(lara)
nunca podré atar una ola
ResponderEliminara la vera de mi sombra...
nunca.
Pero podré volver a empaparme
con sus espumas y sonrisas
para descubrir
lo mejor de mi
reflejado en su manera de romperse
frente a las rocas..
En todas esas gotas
con las que buscaré rociarme
con tu indisoluble alegría.