Cuentan las crònicas que el rey de Castilla Alfonso VIII quiso plantar cara a los almohades en Ùbeda.
Para ello, el caudillo Alvar Fàñez se destacó con su mesnada en un valle al sur de la ciudad.
Cierta tarde en que el mozo entretenía sus tediosas horas a la espera de entrar en batalla encontró en un arroyuelo a una bella princesa àrabe.
Al poco rato ambos quedaron hechizados por el amor, hasta el punto de que la hermosa princesa lo citó al día siguiente para dar rienda suelta a sus encendidos deseos.
La mala fortuna quiso que aquella noche recibiera Alvar Fàñez la orden de atacar a las huestes moras. Dividido entre la obligación y el deseo decidió al fin sucumbir a las tentaciones de su amante.
Los cronistas aseguran que muy duro fue el combate. Con todo, los cristianos salieron victoriosos. Al día siguiente Alfonso VIII entró en Ubeda y llamó a Alvar Fáñez para pedirle explicaciones.
El monarca, con tono malhumorado, preguntó dónde había pasado la noche. Èste, embebido aún por tanta caricia recibida, dijo al fin : _"por esos cerros de Ùbeda, mi señor, por esos cerros..._"
Por esos cerros..
y despuès nada
antes, vacìo ruidoso.
Sin esos caminos,
remolinos de humo,
deseos estrangulados
bofetadas de inevitabilidad clandestina.
Vèn, abraza esta nueva piel,
hoy sabe a sur
siempre a tí.
Vén y entra en este oasis andaluz
tú seràs el agua que imagine
y yo la sed impaciente que te clame..
Quèdate y viola gemidos inquebrantables
no,
vè y gana la batalla contra el olvido
despuès retorna a la boca que aguarda,
que te aguarda...
(Lara)
En tu fragua forjé las armas,
ResponderEliminarque habitaron mi cuerpo vacío.
Tejiste una coraza de escombros
que me haría impermeable...
al aliento del recuerdo
y a las embestidas de la ausencia.
Mas fui herido en la batalla,
por una terrible aliada del olvido.
La piedad dió con mis huesos por los suelos,
ensangrentando aún más mi tormento.
Me debatí entre morir y morir algo más,
en aquel territorio sin dueño..
en este cementerio donde yacen los besos.
Y regresé a mi existencia menuda,
desertor como la hoja en otoño,
acobardado como el árbol sin ella.
En mi regreso vi cómo la tormenta
iba enturbiando el horizonte,
y volví a la verdad solitaria
recuperando mi cuerpo vacío.
..porque cuando te veo, me veo..porque cuando me fijo en ti, me reconozco..porque cuando estoy contigo, me siento tú...porque me hallo inconteniblemente atraído hacia esa tu meridionalidad que me hace olvidar e ignorar el ahora..quizás conscientemente, quizás no..al igual que le aconteció a aquel paladín cristiano al toparse con aquella linda doncella mora...
ResponderEliminar“El olvido llega al corazón como a los ojos el sueño”.
(Alfred de Musset)
Por esos cerros...
ResponderEliminarY después de haber visto
la eternidad
reflejada en tus ojos,
me reconocí
inquebrantable en mi destino...
...tu boca.
Sin la que el beso no concibo...
por la que mi verso desvacío.
Esa boca desnuda que calla
el vencedor de la batalla.
Esa boca que duda con sigilo
porque ama la boca que aguarda.
(Astaghfirullah)